CONTEXTO
HISTÓRICO : ROMÁNICO
Llamamos arte románico al estilo artístico que se difundió por
toda Europa occidental durante los siglos XI y XII. Se llama
románico porque tradicionalmente se consideraba que tenía un lejano
parentesco con Roma aunque hoy se sabe que es un arte genuinamente
medieval.
Frente a la fragmentación y a la gran variedad estilística de los
siglos de la Alta Edad Media, el lenguaje artístico Románico es
unitario (cosa que no se daba desde Roma) y el elemento
unificador es de tipo cultural, la Cristiandad.
El Románico coincide históricamente con la consolidación del
feudalismo y del poder de la nobleza y de la iglesia sobre el resto
de la sociedad. Es también el momento de las grandes
peregrinaciones, de las Cruzadas y del florecimiento del monacato,
con la orden de Cluny a la cabeza.
FEUDALISMO
En la Edad Media, a partir de los siglos IX y X, se implantó en
Europa Occidental un sistema político, económico y social conocido
como feudalismo. El sistema feudal tiene su origen en el
desmembramiento del imperio Carolingio y en la situación de
inestabilidad provocada por las invasiones de normandos, musulmanes y
húngaros. Los monarcas, incapaces de defender sus territorios,
cedían sus tierras (feudos) a señores feudales, nobles o
eclesiásticos, para que las gobernaran en su nombre. A cambio, éstos
debían convertirse en sus vasallos, jurarles fidelidad y ayudarles
en las empresas militares. La población, formada mayoritariamente
por campesinos, vivía atemorizada por la guerra y las invasiones. Su
máxima preocupación era sobrevivir y muchos se convirtieron en
siervos de los señores feudales.
LA IGLESIA
En esta sociedad el peso de la religión cristiana era enorme.
Poderosos o humildes, todos se sentían miembros de la misma
comunidad, la cristiandad, con unas creencias comunes y unos rituales
parecidos. La Iglesia mantenía la unidad de los creyentes y fijaba
las obligaciones religiosas (rezar, ir a misa los domingos, ayunar,
confesarse una vez al año, comulgar en Pascua y peregrinar, si se
podía, a lugares santos como Roma, Jerusalén y Compostela, en los
cuales se conservaban reliquias, esto es, objetos o restos de Cristo
o de mártires y santos cristianos). También prescribía la caridad,
la vida virtuosa y la donación de bienes a la Iglesia después de la
muerte. Siguiendo estas normas se redimían los pecados, se alcanzaba
la vida eterna y se evitaba ser condenado al infierno.
Toda la vida social o privada estaba marcada por la intervención de
la Iglesia. El nacimiento, el matrimonio y los funerales tenían
ceremonias religiosas y la Iglesia se encargaba también de la
enseñanza y de la asistencia a los pobres y enfermos. Como las
guerras, en este período eran tan frecuentes, la Iglesia estableció
la paz de Dios y la tregua de Dios,
períodos de paz obligatorios en caso de guerra que coincidían con
las celebraciones de Navidad, Pascua, etc. Si se desobedecían estas
obligaciones, cualquier cristiano, rico o pobre, podía ser
excomulgado, es decir, expulsado de la Iglesia y, por tanto,
condenado al infierno.
LAS CRUZADAS
Los siglos del románico coinciden también con las cruzadas.
Los lugares donde Cristo había vivido se convirtieron, especialmente
Jerusalén (Tierra Santa), en centros de peregrinaje de los
cristianos, a pesar de encontrarse en estos momentos bajo dominio
musulmán. En el siglo XI Jerusalén fue ocupada por los turcos, un
pueblo islamizado, muy guerrero, que impedía el acceso de los
peregrinos a la ciudad o a maltratarlos. Por este motivo, en 1095, el
papa Urbano II hizo una llamada a los cristianos para que fueran a
liberar Tierra Santa de los infieles (turcos). Prometió la salvación
eterna a todos los participantes. A lo largo de los siglos XII y XIII
tuvieron lugar las Cruzadas, campañas militares en defensa de la
cruz (símbolo cristiano). Un profundo espíritu religioso movilizó
a hombres, mujeres, niños, aventureros, pequeños nobles, que
querían conseguir tierras y poder, y mercaderes interesados en
intercambios comerciales con los puertos de Oriente Medio. También
aparecieron las órdenes militares, como los caballeros templarios o
los caballeros hospitalarios, monjes militares que fueron a luchar a
Tierra Santa y que se cosían cruces de tela en sus ropajes como
símbolo de su misión.
LOS MONASTERIOS
En un mundo donde la mayor parte de la población era campesina, la
Iglesia tuvo que ruralizarse, es decir, establecerse en el campo para
evangelizar y dirigir la vida de los labradores.
La iglesia era el edificio principal de cualquier villa, pueblo o
ciudad. Los fieles acudían a ella a oir misa los domingos, en las
fiestas y en celebraciones como bautizos, bodas y entierros. Las
campanas tocaban a oración, advertían de los peligros o convocaban
a la población a reuniones y asambleas.
A partir del año 1000 además de las iglesias parroquiales se
construyeron monasterios que se convirtieron en centros culturales
donde se conservaban y copiaban textos literarios y donde se aprendía
a leer y escribir. Los monjes y monjas que allí vivían rezaban
varias veces al día, ya que la finalidad de la vida monástica era
alejarse del mundo y tener un contacto más directo con Dios. Todas
las órdenes religiosas estaban sujetas a una regla, conjunto
de normas que regulaban todas las actividades monásticas: horas que
debían dedicar a rezar, a cultivar el huerto, a copiar libros, etc.
Incluso actividades normales como comer o dormir estaban sujetas a
horarios estrictos.
Durante la Edad Media se fundaron
muchas órdenes religiosas. La más importante la de los
benedictinos, fundada por Benito de Nursia en el siglo VI, en Italia
desde donde se expandió por toda Europa. A ella perteneció el
monasterio de Cluny.
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