martes, 29 de julio de 2014

San Vital de Rávena (reseña #1)


SAN VITAL DE RÁVENA (ARTE BIZANTINO)

LOCALIZACIÓN

Iglesia de San Vital, en la ciudad italiana de Rávena. Comenzada a construir en época ostrogoda, es encargada por el obispo Eclesio (522-532) y financiada por un banquero local (argentarius) llamado Juliano, quien gastó en ella la suma de veintiséis mil solidi. A la muerte de Eclesio la construcción continua con el obispo Víctor (538-545). Los mosaicos del presbiterio y del ábside se comenzaron en 546 bajo el obispo Maximiano quien consagra la iglesia en 547, ya en el período de dominación bizantina. El arquitecto pudo ser occidental, pero conocedor de la arquitectura que se estaba creando en la corte de Constantinopla.


A primeros del siglo X se instala al lado de la basílica un convento de monjes benedictinos. Debido a las nuevas necesidades, el atrio existente fue transformado en claustro realizándose un nuevo acceso al noreste para los laicos. En el siglo XIII se añade un campanile sobre la base de la torreta meridional de acceso al gineceo; de esa época data la transformación de la cobertura lígnea de las arcadas en bóvedas de crucería. En el XVI se eleva el pavimento en 80 cm. por problemas de infiltraciones acuíferas renovándose el presbiterio eliminando el ciborio tardoantiguo y la decoración en opus sectile e insertando un coro de madera. Por la mismas fechas se reconstruye el claustro bajo el proyecto de Andrea della Valle (1562) y se realiza el acceso por el portal sur. En 1688 un terremoto destruye el campanile y se reemplaza por el actual en 1696-98.
A partir de mediados del siglo XIX y hasta la primera década del XX, se realizan obras para recuperar el edificio en su forma original eliminándose las estructuras internas añadidas y devolviendo el suelo a su nivel, solucionando el problema de las filtraciones mediante un sistema de drenaje.


ANÁLISIS FORMAL

 La planta se inscribe en un octógono, con un espacio central abovedado y delimitado por ocho pilares sobre los que voltean arcos de medio punto, rodeado por un deambulatorio por encima del cual discurre una tribuna. Siete nichos se abren entre los pilares del baldaquino central, que se proyectan en el anillo del deambulatorio, mientras que el octavo lado está ocupado por el presbiterio cuadrado y el ábside saliente y más bajo que atraviesa la zona del deambulatorio y de la tribuna. Flanquean este ábside poligonal dos torrecillas rectangulares seguidas de sendas capillas circulares, provistas cada una de ellas de un absidiolo rectangular. En el lado occidental hay un nártex rectangular, absidiado en ambos extremos, dispuesto en posición oblicua, tangente en uno de los vértices del octógono que permite la colocación, a los lados del espacio interior resultante, de dos torretas, en una de las cuales se encuentra ubicado el campanile y en la otra la escalera que da acceso al gineceo. Asimismo, esta posición del nártex, permite la colocación de un doble acceso al interior tras los dos tramos triangulares que restan entre éste y el polígono, de ellos el de la izquierda da al tramo opuesto al presbiterio, y el otro al tramo contiguo. Antecede al nártex un atrio porticado en tres de sus lados que es uno de los accesos al edificio. Las otras dos entradas con las que cuenta están situadas a los lados de las capillas mencionadas anteriormente.


Fue realizada al parecer por trabajadores de la zona y construida en gran parte con materiales locales, los ladrillos, son distintos de los utilizados anteriormente en Rávena y en todo el norte de Italia. Delgados y largos, separados por juntas de mortero bastante gruesas, imitan los de Constantinopla, y fueron fabricados en la localidad para todas las construcciones financiadas por Juliano en la ciudad. La bóveda, muy ligera, que cubre el tramo central, no está construida de ladrillos en sardinel, sino mediante la técnica occidental de tubos de cerámica insertados unos en otros dispuestos en hileras horizontales, de modo concéntrico. Al exterior está cubierta con tejas.

Se conserva la decoración musiva del ábside y del presbiterio, el revestimiento de los pilares, de suntuoso mármol jaspeado, se ha restaurado sobre fragmentos existentes y el pavimento de opus sectile, está reconstruido en dos secciones triangulares del octógono interior. Los fustes de las columnas con basas poligonales y sus capiteles de forma troncopiramidal, esculpidos con trépano, fueron importados de los talleres de Proconesia.


En su interior domina la unidad y la diafanidad. El espacio central, octogonal, está delimitado por ocho pilares que sustentan arcadas que forman grandes exedras divididas en dos alturas, ambas provistas de arquerías sobre columnas. La esbeltez de sus arcos, unido a la ausencia de entablamento, confieren al conjunto una gran verticalidad. Alrededor del octógono central corre la galería baja, conservando también planta poligonal que se traduce al exterior, y encima de ella, tribunas para el gineceo. Las zonas del deambulatorio y la galería están cubiertas mediante bóvedas de crucería (en origen eran de madera). La cúpula es alta, está elevada no sólo por piso de galerías, sino también por el tambor que va sobre los arcos. Éste conserva la forma octogonal y tiene una gran ventana en cada lado, enmarcadas cada una de ellas por arcos de medio punto, a partir de cuyas claves comienza la curvatura de la cúpula.
 Refuerza la sensación de diafanidad, el caudal de luz que atraviesa las filas de grandes ventanales del deambulatorio, de la tribuna y el cuerpo de luces de la zona central, que traba todas las partes del edificio.
Esta perfecta articulación del espacio interno se traduce al exterior con una correcta proyección de volúmenes, con el mismo sentido de la verticalidad y ritmo ascendente, desde las capillas hasta la cubierta central.
La planta octogonal de San Vital tiene su antecedente en los grandes mausoleos  imperiales de la Antigüedad, como el de Diocleciano en Spalato; éste  era octogonal al exterior y circular al interior y coronado con una cúpula. Estos mausoleos no eran simplemente tumbas, eran heroa, templos funerarios destinados a conmemorar la muerte del emperador y rendirle honores. Los heroa habían tomado de los edificios religiosos, como el Panteón de Roma la planta circular, los nichos envolventes, la cúpula celestial y el vocabulario arquitectónico. Pero el antecedente directo de San Vital parece ser la iglesia llamada El Octógono Dorado de Antioquía. Se conservan descripciones de su aspecto: de ocho lados, iba precedido por un nártex de dos pisos cubierto por una techumbre dorada, su núcleo central estaba envuelto por naves de dos pisos, deambulatorio y tribuna, de las que se separaba mediante columnas y nichos. Fue construido en época de Constantino, sus contemporáneos debieron de encontrar natural el adaptar la planta de los mausoleos imperiales a la conmemoración de Cristo.
En la época de su construcción San Vital fue una excepción en la producción arquitectónica de Rávena, donde la basílica italiana era la norma. Siglos después, en 787, sería visitada por Carlomagno quien la utilizaría como modelo para la construcción de su capilla palatina de Aquisgrán.

En cuanto a la decoración, los mosaicos se hallan situados en la bóveda del ábside y, dentro del presbiterio, en sus muros laterales, sus tímpanos superiores con las enjutas, su bóveda y el intradós del arco de acceso.
Esta obra de mosaico fue realizada probablemente por artistas de formación oriental y occidental. Se ha visto un primer estilo de tendencia impresionista y expresión muy libre en los mosaicos que revisten el presbiterio dentro de la tendencia estilística y técnica romana y otro más abstracto que se plasma en el ábside. Las composiciones aquí están en relación con las concepciones orientales; las figuras muy frontales, no tienen volumen, igual que el espacio está al margen de la tridimensionalidad. Sin embargo, el empleo de materiales preciosos como oro o nácar en la composición nos habla de un nuevo concepto de la obra, considerada como un objeto de valor por sí mismo. En síntesis, en San Vital encontramos una vitalidad y creatividad extraordinarios que hacen revivir temas clásicos a  la vez que crean otros nuevos, revitalizando así la época teodoriciana.

APROXIMACIÓN AL SIGNIFICADO

Los mosaicos de San Vital contienen un programa iconográfico muy completo. En la bóveda del ábside se halla representado Cristo imberbe, con el cabello corto y un nimbo en forma de cruz, entronizado sobre la bola del mundo y vestido con la túnica de púrpura.


Sujeta en la mano derecha una corona y en la izquierda un pergamino. A su lado derecho, el arcángel Gabriel conduce a San Vital, vestido con traje de corte, con túnica de charreteras y cenefas bordadas y la clámide de sedas tejidas en las fábricas palatinas, con las manos cubiertas por esta última, dispuesto a recibir la corona del martirio que Cristo le ofrece, a la izquierda, se encuentra San Miguel con el obispo Eclesio, quien ofrece a Cristo una maqueta del templo. En lo alto de la escena se ven nubecillas alargadas y debajo del orbe vemos la tierra con flores, sobre la que se apoyan los arcángeles, el santo y el obispo y de la que brotan los cuatro ríos del Paraíso. Arriba, en las enjutas, se hallan las ciudades de Jerusalén y Belén.
El tema de las otras escenas del presbiterio es eucarístico en su conjunto. En el tímpano izquierdo del presbiterio, Abraham recibe a los tres ángeles bajo el roble, en Mambré, y se dispone a sacrificar a Isaac. En el sacrificio, el carnero vuelve la cabeza hacia Abraham, y la mano de Dios aparece entre las nubes mientras Isaac espera sobre el altar. En las enjutas hay, en la izquierda una representación de Jeremías y en la derecha se ve a Moisés recibiendo las Tablas de la Ley, mientras al pie del monte Sinaí le esperan las doce tribus de Israel. En la parte superior del tímpano hay dos ángeles que portan un medallón con una cruz adornada con joyas.


En el tímpano de la derecha Abel y Melquisedec hacen sacrificios. Abel sale de una choza cubierta de paja y ofrece al cielo un pequeño cordero. El altar de Melquisedec tiene sobre la mesa la copa sacramental y los dos panes-hostias, está delante de una iglesia que tiene forma de basílica. La mano de Dios sale de entre las nubes a recibir las ofrendas. En las enjutas, Moisés se desata la sandalia ante la zarza ardiente y cuida de los rebaños de su suegro Jetró. En el otro lado hay una representación de Isaías. En el centro se repiten los ángeles con la cruz y el medallón.


La bóveda del presbiterio está decorada por un mosaico de volutas vegetales con pájaros, dividida en cuatro por nervaduras formadas por hojas de laurel. En el centro, cuatro ángeles con orbes sostienen una guirnalda central que enmarca al Agnus Dei.


En el intradós del arco que se abre al presbiterio hay una serie de quince medallones que representan a los bustos de Cristo, en lo alto, con barba y cabello largo, a los doce apóstoles y a los santos Gervasio y Protasio.
En las paredes entre las aberturas de la galería y la entrada y en los extremos absidales del presbiterio aparecen los cuatro evangelistas con sus animales simbólicos, sentados en las rocas de un paisaje árido, con pequeñas plantas, junto a una fuentecilla del desierto, que comparten con animales para beber. Su parco mobiliario se reduce a un pupitre con los útiles de escribir y un cubo para los rótulos.


 Entre estas escenas principales hay gran riqueza de motivos ornamentales secundarios: jarrones llenos de fruta,  pavos reales, cornucopias cruzadas, flores y acantos habitados por un auténtico zoológico de aves y animales.
Dentro del ábside, en las paredes de ambos lados, se hallan dos paneles en los que se representa al emperador Justiniano y a su esposa Teodora.
En el lado del Evangelio, se ve a Justiniano, con aureola, coronado y revestido de clámide de púrpura sujetada con una enorme fíbula de oro y joyas. Su mano izquierda, cubierta, sostiene la bandeja. Está acompañado por su corte y por el obispo de Rávena Maximiano y llevan los utensilios necesarios para la celebración de la misa: patena, cruz, Evangelios e incensario. A su derecha, en el extremo, un grupo de la guardia real. Todos están de pie ante un fondo verde, , y dirigen su mirada hacia el espectador.


En el lado de la Epístola, destaca la figura de la emperatriz Teodora, engalanada con joyas, diadema, catatheistae y collar, ataviada con una clámide de púrpura bordada en oro con las figuras de los tres Magos, sostiene un cáliz de oro y es precedida por dos chambelanes. Uno de ellos alarga el brazo hacia una cortina recogida que cuelga de la puerta, pero vuelve la vista hacia la emperatriz. La emperatriz se halla en pie en un nicho coronado por una concha, las damas acompañan a la emperatriz debajo de un dosel recogido; delante de la puerta, a la izquierda, hay una fuentecilla de la que brota agua.


Esta ofrenda imperial realizada por Justiniano y Teodora era un gesto frecuente en aquellos tiempos hacia las iglesias más importantes del Imperio. Su representación se basa en la oblatio, tema que responde a una iconografía jurídica con precedentes en Roma, llegado el momento de invocar la acción sagrada del emperador como pontífice máximo. Este cortejo imperial (ficticio, pues parece ser que Justiniano y Teodora nunca visitaron Rávena) perseguiría dos objetivos, por una parte el reconocimiento de la divinidad de Cristo como hijo de Dios; un reconocimiento que negaba la doctrina arriana, y por otra parte trataba de invocar la relación entre Dios y el emperador plasmando así una idea que era casi un principio moral: el carácter divino del soberano que dispensa al mundo la gracia divina. Justiniano tendría como misión hacer triunfar en la tierra el reino de Cristo. 
Recordaremos que el encargo del edificio data de fechas anteriores a 540, cuando la ciudad es reconquistada por el general Belisario a las tropas ostrogodas. A partir de esa fecha Rávena se convierte en sede de un exarcado en el que el puesto de gobernador lo ocupa el propio obispo; en fechas de la terminación de San Vital lo es Maximiano, quien consagra la iglesia en 547. Por ello, es probable que los paneles en los que se representa al emperador y a su esposa, manifiesten el interés por la reconquista bizantina de Italia, así como el apoyo al virrey Maximiano un candidato imperial, la entrega de regalos a la iglesia de San Vital y la acentuación de las dos esferas de autoridad, elimperium y el sacerdotium.
La celebración del Imperio de Justiniano está estrechamente relacionada con el reino y el Imperio de Cristo mostrado en el ábside como el máximo signo del poder. Por trono el globo cósmico y en la mano el rollo de la Ley con la Sabiduría que gobierna el mundo. Los arcángeles representan la eterna corte de Cristo, eterno en su representación juvenil de su rostro imberbe que lo sitúa fuera del tiempo. La figura del soldado mártir Vital y el obispo Eclesio incorporadas a lo intemporal confieren al imperio terreno de Justiniano la idea de un reino sin fin.
El arco del ábside con el águila imperial que acompaña el monograma de Cristo y los cuernos de la abundancia que simbolizan la abundancia del Imperio, extraídos de la tradición romana del triunfo imperial que conjuga la dimensión política con la religiosa.
En el presbiterio en estrecha vecindad con los cuadros imperiales están las cuatro escenas de la vida de Moisés, el profeta liberador legislador, prototipo de emperador autor del Código de Derecho Civil. Siempre en el presbiterio la imponente figura de los profetas Isaías y Jeremías del Antiguo Testamento y los cuatro Evangelistas por el Nuevo Testamento, representando el testimonio histórico y de fe de cuanto es ilustrado bajo la unidad de la Iglesia y el Imperio, Imperio y Sacerdocio.
En el arco triunfal Cristo con su senado apostólico y por circunstancias devocionales se añaden los santos Gervasio y Protasio considerados los hijos de San Vital.
El aspecto religioso retoma la primacía en lo sublime y celeste centralidad del Cordero del Apocalipsis, Cristo en un cielo de veintisiete estrellas, número y símbolo terrario-trinitario que reina para la eternidad. Anunciado en el tiempo de la historia providencial profética del sacrificio bíblico de Abel y Melquisedec en la derecha, y Abraham a la izquierda, quien recibe en las figuras de los tres ángeles a la Trinidad, que le anuncia la futura maternidad de su mujer Sara, de la que descenderá más tarde la figura de Jesús.
En el presbiterio central sobre el muro del arco del ábside, las ciudades de Belén y Jerusalén, símbolo la una de los hebreos (l’ecclesia ex circuncisione) y la otra de los gentiles (l’ecclesia ex gentibus) unidas en un solo pueblo por Cristo. Entre ellas, sustentado por dos ángeles, el símbolo solar con el Alfa en el centro como Cristo creador del que emanan rayos del mundo cósmico y del universo histórico. Evidente triunfo contra los ostrogodos y todos los pueblos bárbaros, que abandonan el imperio, arrianos como son, superados por la fe antiarriana de Justiniano.

Este mensaje de triunfo terreno-divino se ve apoyado por la tipología de la planta de la iglesia, la forma es la resultante de la combinación del cuadrado, símbolo de lo terrenal con el círculo, símbolo de lo celestial. El octógono es, dentro del valor simbólico de los números, el símbolo que representa la eternidad.
En conjunto, el edificio de San Vital es un “envase” cuyo espacio se expresa como presencia divina, en una compleja interacción de efecto mistérico que suscita el espíritu de Oriente, así como también las doctrinas neoplatónicas de Dionisio Areopagita quien, como reacción al dictado de los sentidos, defendía una visión espiritual dirigida a valorar la esencia de las cosas.

Extraído de: http://www.uv.es/~mahiques/Vitalrav.htm 

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