Este verano pude visitar la maravillosa ciudad de las tres culturas, la Jerusalén de Occidente: Toledo. Capital de la España visigoda, centro cultural donde los haya, símbolo de la convivencia de cristianismo, judaísmo e islam, Toledo permanece inherente al paso de los siglos. Visité dicha ciudad porque, a propósito del IV Centenario de la muerte de Doménikos Theotokópoulos (El Greco) en ella se organizaban gran cantidad de actividades y visitas turísticas. Uno de tantos tesoros que pude encontrar (hay muchas cosas por ver: mezquitas, singogas, catedral, museos...), fue la mezquita del Cristo de la Luz o de Bab-al-Mardum, al lado de la también increíble puerta del Sol (de estilo mudéjar).
Más información: http://digital.csic.es/bitstream/10261/22070/1/2004BabMardum.pdf, http://es.wikipedia.org/wiki/Cristo_de_la_Luz...
Esta mezquita de pequeñas dimensiones, construida en el S.X. sobre una antigua iglesia visigoda, representa perfectamente las características del arte islámico, en tanto en cuanto a yeserías, arcos, interiores cuidados, cúpulas de gallones, horror vacui...). Aquí algunas fotografías de esta joya desconocida y un pequeño comentario:
Aclaración sobre el nombre de este monumento
Es bastante frecuente que haya personas que se confundan al identificar este monumento sobresaliente de la ciudad de Toledo.
En numerosas guías artísticas y turísticas aparece como Iglesia o "Ermita" del Cristo de la Luz, mientras que en otros casos se presenta como la Mezquita de Bib-Al-Mardum.
En realidad, se trata del mismo edificio que fue primero mezquita califal construida a finales del siglo X y luego se convirtió en templo cristiano tras la conquista castellanoleonesa.
El nombre propio de "Cristo de la Luz" proviene de una leyenda asociada a la conquista de la ciudad por Alfonso VI en el año 1085. Se cuenta que el caballo del monarca, que accedió a la ciudad por la cercana puerta de la Bisagra, se arrodilló al pasar junto a esta mezquita. El hecho se consideró milagroso y se halló un crucifijo y una lamparita ardiendo. De ahí el citado nombre.
La mezquita califal
Introducción y datación
Al margen de la Mezquita de Córdoba y la ciudad palaciega de Medina Azahara, la Mezquita de Bib-Al-Mardum de Toledo, convertida posteriormente en la ermita cristiana del Cristo de la Luz, es el más importante monumento del arte islámico del periodo califal en España.
La versión más aceptada sobre los orígenes de este insigne edificio es que fue erigida en el año 999 -en las postrimerías del periodo califal- como mezquita privada o, como mucho, de un pequeño barrio.
Esta datación se basa en la inscripción que se encuentra en la parte alta de la fachada.
Sin embargo, Pavón Maldonado lanzó la hipótesis de que este edificio se construyera en dos etapas. La primera sería del siglo IX y tendría un alzado sencillo, prescindiendo de las bóvedas altas nervadas y empleando bóvedas más sencillas: medio cañón, vaídas o similar (como en la Mezquita de las Tornerías)
Según esta posibilidad, la fecha del año 999 sería la de la ampliación y en ella se añadiría el alzado superior con las bóvedas de nervios entrecruzados.
Se conserva la sala de oración como un recoleto cuadrado de nueve tramos con cuatro columnas visigóticas (una moderna). Los muros de este edificio son de mampostería encintada -en sus muros menos monumentales- y ladrillo, en las fachadas principales.
Al gran experto en arte andalusí, Basilio Pavón Maldonado no se le ha escapado la transcendencia de este tipo de fábrica, pues el ladrillo y la mampostería van a ser la base de toda la arquitectura medieval mudéjar toledana. Podríamos ampliar su efecto, pues es más que probable que el mudéjar de otras latitudes (el castellanoleonés, por ejemplo) también emplease este tipo de fábricas por influencia del mudéjar toledano.
Y es que si esta mezquita cuenta con decoración típicamente califal cordobesa del siglo X -muy relacionada con la ampliación de la Mezquita de Córdoba de al-Hakam II- sin embargo, la piedra cordobesa es sustituida aquí por el ladrillo.
El empleo de la mampostería con filas de ladrillo habría que relacionarlo con la tradición romana (pongamos el ejemplo de la basílica paleocristiana de Carranque) y a ello hay que añadir que el zócalo granítico sobre el que se asienta Toledo aconsejaría su uso más que la sillería pétrea.
Interior de la mezquita: el alzado y las cúpulas
La mezquita se levanta con una estructura vertical de tres pisos.
El primero son los arcos de herradura, de separación de los tramos, que caen sobre las citadas columnas.
Estos arcos son también de ladrillo pero se encuentran mayoritariamente enlucidos.
Por encima, hay un segundo cuerpo de vanos lobulados y más arriba el de las cúpulas, de crucería cordobesa, todas ellas diferentes. Hay que indicar que la cúpula del tramo central es más alta y emerge sobre el conjunto. Tal disposición, para muchos investigadores, se basa en la disposición de algunas mezquitas orientales que, a su vez, se basaron en las iglesias bizantinas de planta centralizada y cúpula central.
Exterior: las fachadas monumentales
La fachada principal es de ladrillo sin enlucir con tres puertas. Una lleva arco de medio punto, otro de herradura y otro pentalobulado. Encima corre un friso de arcos de herradura entrecruzados, una red de rombos y la inscripción fundacional.
La fachada contigua es, si cabe, más elaborada y hermosa. Tres altos arcos ciegos de medio punto cobijan sendos vanos de entrada que, en este caso, son de herradura. El registro superior lleva una serie de arcos ciegos trilobulados (relacionables con la ampliación de la Mezquita de Córdoba de al-Hakam II) y en su interior otros de menor tamaño de herradura, con dovelas rojas y blancas.
El muro de la quibla y el mihrab de la antigua mezquita desaparecieron en la adaptación como templo cristiano (Ermita del Cristo de la Luz). Recientes investigaciones han permitido conocer que el mihrab era una hornacina horadada en el muro, sin presentar una estructura saliente al mismo.
El ábside mudéjar
La simbiosis del arte musulmán precedente y la corriente románica y protogótica cristiana se funden en algunas iglesias fechadas en las últimas décadas del siglo XII y primera mitad del XIII.
Tal es el caso de la cabecera añadida a la mezquita de Bib-al-Mardum para convertirla en templo cristiano (la actual ermita del Cristo de la Luz).
Como hemos indicado, en estos primeros templos del mudéjar toledano se sientan las bases para la arquitectura mudéjar en muchísimos templos de Toledo.
Lo primero que hay que señalar es que esta cabecera, al modo románico, está compuesta por un tramo rectangular -presbiterio o anteábside- más ancho que el ábside al que se une.
En nuestro caso, llama la atención lo largo que es el citado presbiterio.
En cuanto al ábside de planta semicircular tiene un alzado exterior que va ser replicado masivamente en el mudéjar toledano. Tras el habitual zócalo de mampostería granítica, se elevó un piso de arquerías de medio punto doblado (al estilo románico), mientras que la banda superior es de arcos túmidos trasdosados por polilobulados, de influencia almohade.
Por encima, en la parte superior, hay finas bandas de ladrillos en esquinilla y la cornisa es sujetada por canecillos anacelados hechos con ladrillos de progresiva longitud.
En el interior del ábside las arquerías son de herradura con un ligero apuntamiento.
Las pinturas románicas del ábside
Uno de los grandes atractivos de la Ermita del Cristo de la Luz son los frescos románicos del interior del ábside que representan al habitual "Maiestas Domini" rodeado del Tetramorfos.
Lo mejor conservado es la propia imagen de Cristo en la mandorla que porta el habitual libro y bendice con su mano derecha. Parece que en su rostro insinúa una ligera sonrisa. El fondo de la almendra mística es de color azul con estrellas, representación de la bóveda celeste.
La otra figura bien conservada y restaurada es el águila que representa al evangelista San Juan en la esquina superior derecha. En la parte inferior derecha aparece el cuerpo, excelentemente perfilado, del león de San Marcos, aunque la cabeza está perdida.
En el intradós de alguno de los arcos y en el presbiterio han quedado también restos de las citadas pinturas.
A pesar del deterioro, se vislumbra un pintor que sigue las pautas del hieratismo románico con gran elegancia. Estas pinturas están datadas en el primer cuarto del siglo XIII.
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